jueves, 15 de septiembre de 2016

El Drama: Miradas, Gestos y Palabras

Foto (*)
Por: Jesús Alfonso Osuna Ceballos

Octubre 3 de 2013, entonces nos conmovieron imágenes de un naufragio frente a las costas de Lampedusa (Italia). 

Miradas y gestos de los sobrevivientes: el dolor, la angustia y la ausencia en sus rostros; la cara de quienes acudieron en su auxilio reflejaba confusión igual a la de aquellos. 

Acciones solidarias de pobladores de la isla, que haciendo caso omiso de órdenes perversas no dudaron en ofrecer albergue a quienes lo habían perdido casi todo. 


Frases que delataron ausencia de humanidad: “solo los muertos pueden quedarse” pronunciada por funcionario de alto rango; como rechazo a tan infame sentencia, la alcaldesa de la isla, entre lágrimas exclamó: “se trata de una tragedia inmensa… ¿cuán grande tiene que ser el cementerio de mi isla?” Entretanto el mediterráneo: fosa común de refugiados y desplazados: niños, mujeres y hombres del Medio Oriente y de países africanos, huyendo del terror, acosados por la miseria, el hambre y penurias impuestas por los hombres:  Días atrás la imagen de un niño como besando su muerte en arenas de la costa griega; y otra reciente nos sacudió: un niño en el asiento de una ambulancia, en Alepo (Siria), sus manos ensangrentadas buscan su rostro, mira luego sus palmas como tratando de reconocerse así mismo.....testimonios de una guerra alimentada por la sinrazón de algunos gobernantes.
            
Venezuela está lejos, relativamente, del teatro de “guerras convencionales”. Sin embargo, rostros, gestos y palabras delatan parte del drama que viven muchas familias venezolanas: mujeres que en solitario confiesan el abandono y el manto de pobreza que las arropa, impidiéndoles alimentar a sus hijos; frases como: “no sé si mis hijos entienden que no puedo darles comida” criaturas que forman parte de las que sufren grados severos de desnutrición, realidad científicamente comprobada, y constatada en el Servicio de Nutrición del Hospital J.M. de los Ríos, de Caracas. Son rostros de la miseria que se repiten en el oriente y occidente de nuestro país, en el estado Bolívar, en Zulia y en otras regiones, más aun en aquellas que no tienen entornos económicos ventajosos, como ocurre en buena parte de los Andes Venezolanos. El INE reveló que la pobreza aumentó y se ubicó en 33,1% en el año 2015. En ese escenario los adultos mayores, 2.976.072 de nuestra población es grupo con alta vulnerabilidad por la escasa protección social que reciben.

¿Acaso conmueven estas realidades de miseria y de pobreza a quienes gobiernan nuestro país? Una respuesta que hiere: el Gobierno aumentó el presupuesto para gastos militares y para el fortalecimiento del aparato represivo, probablemente ante la amenaza de “una guerra inminente y de enemigos al acecho constante de nuestro país”; mientras, se desprecia la educación como recurso esencial para el progreso, y desechamos el talento que con tanto esfuerzo hemos formado. ¿El otrora país rico, dependiente de la renta petrolera, volverá a serlo? ¿dependiendo ahora de la explotación del denominado “arco minero” sin medir efectos letales sobre el medio ambiente y sobre etnias que habitan la región, entregando a compañías de varios países parte de nuestro territorio y valiosos recursos no renovables?

Realidades que lastiman, las de aquí y las de por allá. En algún momento la gente cobrará con justeza a conductores sociales desnaturalizados, sus olvidos y vilezas imperdonables.
        

Mérida, 12 de septiembre de 2016


Nota
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(*) Esta foto ha tocado los corazones de mucha gente en el mundo: Omran Daqneesh, de cinco años, fue rescatado de los escombros de un edificio bombardeado en la disputada urbe de Alepo. Tiene razón Alfonso Osuna de sus reflexiones.



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