Por: Jesús Alfonso Osuna Ceballos
…Nos lo han impuesto asociado con legislación de resonancia que aturde acompañada de violencia con tinte legal…y en silencio lo hemos aceptado.
…Nos lo han impuesto asociado con legislación de resonancia que aturde acompañada de violencia con tinte legal…y en silencio lo hemos aceptado.
Silencio en las aulas y en los laboratorios de nuestras universidades, llenas de preguntas sin respuestas válidas, vacías en el saber, así las quieren, es así como las necesitan, sin guías, distantes de mentes sabias; tanto mal se ha ensañado sobre instituciones que debieran ser considerados recintos sagrados donde con perseverancia se abren espacios para el conocimiento y en las que con igual tenacidad se abren rendijas para el reclamo justo y la protesta necesaria.
Peor aún ha ocurrido con nuestros niños, huérfanos de toda protección y casi en permanente ayuno, cuando intentan sus primeros pasos asomándose a las letras y a los números para comenzar a explorar el fascinante mundo del libro y a la postre convertirse en seres que iniciarán otra búsqueda formulando nuevas interrogantes sobre todo lo que existe.
Todas éstas son inequívocas señales de cultura que se nos siguen negando, destruyendo con inusitada furia lo que con tanto sacrificio hemos conquistado mediante tan nobles herramientas.
…La calle silenciosa…silencio que perturba, no el que al pensar acompaña ni el silencio de la paz, de la ternura…ni el que a la lectura y al amor invita…silencio que esconde el alegre y bullicioso retozar de nuestros niños…es silencio que oscurece el temprano atardecer, silencio de los pasos extraviados en la noche; silencio impregnado de humo, de quejas y lamentos, silencio que acompaña los disparos que hacen eco a la fatídica
orden; silencio del secuestro de la cultura de la calle impidiendo mostrarnos como somos…nosotros, ellos, todos…calles transmutadas escondiendo la palabra y las sonrisas…la violencia invadió sus espacios poblados de escombros con la muerte entre sus sombras en asecho permanente…calle poblada de dolor, huérfana de árboles y de gente…es la calle triste…vivimos en ese mundo de seres silenciosos de recuerdos olvidados perdidos en el desencuentro de la palabra y del abrazo, es en ese claroscuro permanente que han intentado convertir nuestras vidas…¡es nuestro deber rechazarlo!...¡ahora!…¡siempre!…
…¿y por qué?…¿cómo llegamos a este erial a este vacío de nuestra historia?...
Me atrevo a elucubrar, que entre otras razones, desde hace poco más de siglo y medio, descontando breves períodos para disfrutar vida en democracia y el libre pensar, nuestros valores y espacios para la educación y la cultura fueron pisoteados una y otra vez por la bota engreída e ignorante; tal como ahora acontece, y es que como en aquél tan largo lapso en lugar de haber sido guiados con sabiduría por gobernantes genuinos, hemos tenido, cuando no “jefes” un “mandatario” en lugar de la sentida ausencia de la figura señera de quienes como ciudadanos probos tienen el sagrado deber de orientan y conducir una nación con metas claras en búsqueda del bienestar de todos sus ciudadanos; pues es bien sabido que jefe es jefe cualquiera sea su apellido y peor aún mandatario, el que manda más, igual que el antedicho: quienes ordenan para que otros dócilmente obedezcan.
Sin embargo, como voluntad y fortaleza en ideas y valores nos acompañan, no dudemos en unirlos en el ineludible deber de combatir la ignorancia y la mediocridad de quienes usan su poder en el intento por despojarnos de identidad propia en canje perverso por la cultura de la sumisión…¡es nuestro deber rechazar ese silencio que perturba!...¡ahora!…¡siempre!…
Me atrevo a elucubrar, que entre otras razones, desde hace poco más de siglo y medio, descontando breves períodos para disfrutar vida en democracia y el libre pensar, nuestros valores y espacios para la educación y la cultura fueron pisoteados una y otra vez por la bota engreída e ignorante; tal como ahora acontece, y es que como en aquél tan largo lapso en lugar de haber sido guiados con sabiduría por gobernantes genuinos, hemos tenido, cuando no “jefes” un “mandatario” en lugar de la sentida ausencia de la figura señera de quienes como ciudadanos probos tienen el sagrado deber de orientan y conducir una nación con metas claras en búsqueda del bienestar de todos sus ciudadanos; pues es bien sabido que jefe es jefe cualquiera sea su apellido y peor aún mandatario, el que manda más, igual que el antedicho: quienes ordenan para que otros dócilmente obedezcan.
Sin embargo, como voluntad y fortaleza en ideas y valores nos acompañan, no dudemos en unirlos en el ineludible deber de combatir la ignorancia y la mediocridad de quienes usan su poder en el intento por despojarnos de identidad propia en canje perverso por la cultura de la sumisión…¡es nuestro deber rechazar ese silencio que perturba!...¡ahora!…¡siempre!…
Mérida, 12 de junio de 2018.
Profesor Jesús Alfonso Osuna Ceballos
Ex-Vicerrector Académico de la Universidad de Los Andes (Período 1980-1984).
e-mail: jesusosuna.oc@gmail.com
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