En tiempos de nuestra juventud, la primera, era común que quienes se interesaban por la cocina fueran las mujeres y en especial las que no se dedicaban a estudiar.
Al resto nos podría gustar comer, en mayor o menor medida, pero no dedicarnos a cocinar. Ni siquiera por afición.
Al resto nos podría gustar comer, en mayor o menor medida, pero no dedicarnos a cocinar. Ni siquiera por afición.
Aún es común que, mayoritariamente, en las parejas familiares, quien cocine sea la mujer.
Afortunadamente hoy las cosas han cambiado y cocinar es tan importante o más, como tener una profesión con los títulos correspondientes o aprender otros idiomas.
Afortunadamente hoy las cosas han cambiado y cocinar es tan importante o más, como tener una profesión con los títulos correspondientes o aprender otros idiomas.
Por ello el viejo dicho que “loro viejo no aprende hablar” se cuestione también hoy y sea aplicado hasta para aprender a cocinar. Afortunadamente, cada vez es más frecuente que los mayores, los de la tercera edad y los abuelos (as), también quieran desenvolverse bien en la cocina.
De niño en mi casa las labores familiares se repartían y a mi siempre me tocó lavar los utensilios de cocina. Y aun hoy me enorgullezco de lavar los platos, ollas, sartenes, cubiertos y todo lo utilizado para preparar el condumio y hacerlo muy bien. Esa actividad tiene también su técnica y Ud. lo puede hacer bien, regular o francamente mal. ¿Cuántas veces los platos saben a jabón o les han dejado restos de comida?
Total, que gracias a Sesamo Gournet y a Rubia Quintanillo, el pasado sábado (10.11.2018) estuve en un taller de: Ensaladas y Aderezos. Durante cinco horas, más o menos, un grupo de veinte personas, debo decir que mayoritariamente damas, nos dedicamos a entrarle al tema.
Fueron diez ensaladas con su correspondientes aderezos que preparamos bajo la dirección de Rubia. Y luego dedicarnos, en el más absoluto silencio, a consumirlos. Y es que los alumnos, al final del taller, estábamos ciertamente hambrientos.
Fueron diez ensaladas con su correspondientes aderezos que preparamos bajo la dirección de Rubia. Y luego dedicarnos, en el más absoluto silencio, a consumirlos. Y es que los alumnos, al final del taller, estábamos ciertamente hambrientos.
Se creó un ambiente de aprendizaje y camaradería rápidamente que no había visto en mucho tiempo. En mi caso, que siempre había dicho que nuestra capacidad gustativa era dicotómica (me gusta o no me gusta), descubrí matices de muchos sabores y fui capaz de proponer, que se agregaran más o menos insumos para “mejorar”, en nuestra opinión, el sabor de muchos de los platos.
La ensalada de pasta que fue en la que tuve mayor participación, nos quedó muy rica. Al final debo reconocer que no le hizo falta ponerle mayonesa, como lo hubiera hecho, de no haber mediado el sentido de enseñanza de nuestra docta profesora.
En fin, no creo que actualmente pueda repetir satisfactoriamente, ninguna de las diez ensaladas con su aderezos que se prepararon. Lo que estoy seguro es que lo voy a intentar, así no éste muy seguro de que me queden bien a la primera. Pero, a lo mejor, sí.
Gracias a todos por las enseñanzas y por el compartir.
Gracias a todos por las enseñanzas y por el compartir.
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