La extraña palabra que titula éste texto
se ha construido con otras dos: charla y chistorra.
La Charlorra identifica a un grupo de habitantes de esta interesante ciudad en donde vivimos, quienes desde hace ya años, se reúne -con entrada libre- los primeros martes de cada mes, para escuchar a quienes tienen en algún momento de su vida algo que decir, de los mas variados temas de discusión. Compiten los Charlorreros con otras reuniones de este tipo en Mérida: “Rompiendo coherencias” y “La tertulia de los Martes”, quizás la decana de estas pláticas regulares.
La Charlorra identifica a un grupo de habitantes de esta interesante ciudad en donde vivimos, quienes desde hace ya años, se reúne -con entrada libre- los primeros martes de cada mes, para escuchar a quienes tienen en algún momento de su vida algo que decir, de los mas variados temas de discusión. Compiten los Charlorreros con otras reuniones de este tipo en Mérida: “Rompiendo coherencias” y “La tertulia de los Martes”, quizás la decana de estas pláticas regulares.
Charlar es una añeja palabra que proviene del italiano ciarlare del siglo XIV y posteriormente
del castellano charla del siglo XVI.
Total, que nos han invitado a conversar
en la Charlorra, de lo que desde hace algún tiempo ha sido uno de mis intereses fundamentales: los
libros y la ciudad donde vivo.
En la invitación, generalmente, se da una corta
explicación del tema de la charla. A continuación la que se ha preparado para
la actividad del próximo martes, primero de julio.
Durante más de cuatro siglos, Mérida se ha empeñado en
moldear finamente el perfil de una pequeña ciudad con grandes condiciones para
producir libros, gracias a la vocación de una parte de sus habitantes. No en
vano es considerada la ciudad del interior del país que edita y publica más libros
en Venezuela. Voraces lectores, acuciosos bibliófilos, inquietos intelectuales,
arriesgados impresores y editores de libros, revistas y periódicos, relatan la
historia de una ciudad prolífica en ediciones. En esta Charlorra se
brindará un recorrido histórico, con datos curiosos, sobre la relación de
Mérida, sus habitantes y los libros, desde los primeros años de su
fundación, los pasos de algunas de sus imprentas en la ciudad, hasta la
sorprendente colección electrónica de los tiempos actuales.
Ah, por cierto, dejamos de último que la segunda palabra que
conforma la original Charlorra es chistorra. Extrañamente, la palabra no
aparece en el DRAE, pero en estos
tiempos del ciberespacio sí está en Wikipedia: “La txistorra (de vasco txistor,
longaniza)”. Pero, la última sílaba de charlorra, no proviene
del manjar carnívoro, sino porque la
reunión se hace en el Restaurant “La Chistorra”, camino a la Hechicera, siempre a la 7 pm.
¡Estaría feliz si antes o después de la charla me pudiera
comer, al menos, un pedacito de chistorra!
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