miércoles, 8 de mayo de 2019

!...Teatro de nuestros días por venir...!

Jesús Alfonso Osuna Ceballos (1)
Foto (2)
El teatro devela fortalezas y debilidades de nuestra frágil existencia, “la vida es teatro” palabras de quienes intensamente la han vivido; nosotros actores insustituibles en la puesta en escena del drama que vive nuestro país en las dos últimas décadas; iniciemos ensayo sobre nuestro papel en el devenir de próximos días, semanas, meses, con la certeza que no serán años. Optimistas, rostros diáfanos, prolijos atuendos y aunque nuestro papel traiga amargos recuerdos de interminables días, volcarlos al cesto del olvido manteniendo presencia digna sobre las tablas. 
La escenografía no puede ser otra que imágenes del nuevo país, construido sobre firmes cimientos que aseguren su permanencia, embellecidos con símbolo de todos los tiempos: el libro, estandarte adornado con palabra de poetas y cultores del arte junto con la de científicos y luchadores sociales. Porque así debe ser la reconstrucción de nuestro país, tenemos todo para lograrlo, contando con valores imperecederos: honestidad, moral y ética.            
La pieza de teatro del “Drama Venezuela” se escenificaría en varios actos, que pondrán de relieve sueños e ilusiones que construimos tanto aquellos como nosotros materializados en lo indispensable para el diario vivir, sin que faltaran ocasiones para que muchos cayeran en el consumo de lo superfluo, develando a la postre ocultas realidades; estarán representados los poderes sociales, mostrando su fortaleza y desviaciones, sus dominios y batallas en la lucha por el poder: la clase civil socialmente organizada junto con la clase política; el ejército y la Iglesia como bastión moral; estarán los que se ausentaron protegiéndose junto a su familia del terror implantado por la tiranía, construyendo sueños en otros países, con emprendimientos exitosos algunos, otros cargando alforja con desilusión y desencanto en forzado retorno a la precariedad de sus vidas. Estará la familia venezolana con sus pequeños y grandes conflictos, en escenas que mostrarán el aprendizaje de nuevas formas de vivir, con matices de la pobreza representados en solidaridad y en comportamientos mezquinos. El final sería el esperado reencuentro solidario lleno de promesas en la presurosa y ardua búsqueda del país extraviado, guiados por la unión necesaria para que con premura iniciemos la tarea de reconstruirlo. Unión cantada en mil voces de esperanza en el deseado y necesario encuentro que nos reclama a todos para no repetir errores del pasado.               
No alimentemos ilusiones esperando que otros vengan a ayudarnos en tarea que es intransferible responsabilidad nuestra. Cambiemos para mejorar, pues dura y cruel realidad hemos vivido, de lo contrario, las circunstancias u otros, obedientes a sus apetencias e intereses lograrán fácilmente tan doloroso cometido dejándonos de nuevo en interminable espera; así ha ocurrido, no olvidemos que hasta la manera de comer nos la han “diseñado” e impuesto mediante cruel y doloroso trato inhumano como presa fácil de despótica dominación y colonialismo. Cambiemos u otros nos van a cambiar, dejemos de ser dependientes de la voluntad y caprichos de extraños pues de no hacerlo tampoco nuestro país cambiará. Tengamos presente que somos un “peón” en el tablero de ajedrez de las grandes potencias, para ellos solo cuenta lograr posición y dominio en nuestro continente; peor aún en nuestro país: ¿acaso democracia? ¿acaso algún apoyo en ciencia y tecnología? No, son otros sus intereses, por todos bien conocidos. Con pies en tierra pulsemos el momento que vive Venezuela pues oscuras amenazas se ciernen en nuestro horizonte que de concretarse completarían su destrucción.             
Demostremos todo nuestro apoyo al Presidente-encargado Juan Gerardo Guaidó Márquez, quien en esta fase de transición ha recibido la responsabilidad de conducir al país,  hermanado con las fuerzas democráticas que se oponen a la cruel dictadura que sofoca toda forma de pensar distinta a la suya, e impunemente, día tras día, comete crímenes atroces, no solo los perpetrados en las calles contra quienes protestan pacíficamente, si no los cometidos impunemente a sangre fría por los feroces organismos de represión; dictadura que además, con el mayor cinismo, valiéndose de falsas políticas de protección social, oculta una innegable crisis humanitaria que causa estragos en la población venezolana más desprotegida, provocando el mayor sufrimiento en niños y ancianos, que a diario pagan con sus vidas las carencias en áreas críticas como alimentos y protección de su salud. Culpable de tan dolorosa realidad es el gobierno nacional, junto con quienes  no podrán ocultar culpa ni vergüenza como lo vienen haciendo los gobiernos de Cuba y de Rusia, cohonestando lo que no tiene otra calificación si no genocidiopensado y ejecutado sistemáticamente. Guardar silencio es actitud cómplice ante la tragedia que vive el pueblo venezolano.             
Y como de la condición humana y de teatro hemos estado hablando, bueno es recordar y tener presente a Don Pedro Calderón de La Barca (1600-1681): Teatro Escena XIX-Segunda Jornada -Segismundo- 

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño,
que toda la vida es sueño,
y los sueños sueños son.


Porlamar, 02 de mayo de 2019.



Notas 
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(1) ExVicerrector Académico de la Universidad de  Los Andes (1980-1984).
Mérida, Venezuela.
(2) Foto tomada del siguiente link

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