viernes, 16 de agosto de 2019

Solidaridad venezolana

Foto de FRH (*)
Dedicado a FE y LL.

Hace poco unos amigos que llegaron del exterior me contaron una anécdota,  sobre la que según ellos y nosotros también, muestra fehacientemente el sentido de “solidaridad venezolana”, en especial en algunos aspectos mundanos. Veamos.

Viajaban el matrimonio amigo nuestro de regreso a Venezuela, luego de una larga temporada  en casa de sus familiares en el exterior. Entre las muchas cosas que se trajeron, con mucho cuidado, estaban  dos botellas de whisky, pues ambos, gustan de tomarse sus “traguitos”, una que otra tarde. Cosa que ahora es prohibitivo para quienes viven de su jubilación en los devaluados bolívares, que ya han cambiado tanto de nombre: fuertes, soberanos y que  ahora, deberíamos llamar depreciados.

La anécdota es que en los dos trayectos que debieron tomar, antes de llegar a Maiquetía, la aerolínea ofreció refrigerio y bebida. En cada caso ofrecieron licor y los amigos pidieron su respectivo whisky. Ella con hielo y soda y él  con ”mucho hielo” y “mucho whisky”. En el caso de éste último la azafata lo miraba con indiferencia y alargaba –muy displicentemente- la dosis de licor, pero no mucho tampoco.


En el último de los trayectos los amigos compartieron la fila  con otro venezolano a quien creyeron conocer. Al sentarse lo amigos en sus respectivos asientos se dieron cuenta que era un analista político que participa con alguna frecuencia en una emisora de su ciudad. Él lo reconoció pero no recordaba su nombre. La esposa inmediatamente se acordó y lo identificó. Comenzaron así,  una amena charla de sus viajes recientes y de la situación del país. También hablaron del comunicador social que invita, al referido analista, a intervenir en la radio, en donde –nuestros amigos- lo han escuchado con frecuencia.

Fuera larga y amena la conversación. Tocó muchos aspectos de la vida de los venezolanos en los últimos tiempos. Compartieron la necesidad de encontrarse una salida pacífica al conflicto político y social que se vive. Pero, por supuesto, no dieron con el camino para ello.

Al iniciarse el tiempo del refrigerio, nuestros amigos pidieron la comida y también su respectivo whisky. Por su parte, el analista político, solo pidió agua y expresó que “había terminado de comer en el aeropuerto”. Nuestro amigo, le insistió a la azafata que el trago suyo fuera largo “o que le diera dos”. Expresión ultima que tuvo como respuesta una tímida sonrisa de la aeromoza, pero nada más. Como el analista estaba en el asiento del pasillo y los amigos en el centro y en la ventanilla atendieron primero al analista. Ya se marchaba la sobrecargo cuando el analista, se decidió y pidió otro whisky para él: “sólo, en las rocas”. Se lo sirvieron y continuaron atendiendo al resto de los pasajeros. 

Cuando quienes repartían el refrigerio y las bebidas ya no estaban a la vista, el analista se volteó y le dijo a nuestro amigo, no sin cierta picardía, “este es para ti”. Y agregó: “en el almuerzo me tomé una cerveza”.  Por supuesto que, nuestro amigo, entendió que no se deben combinar licores diferentes y lo aceptó complacido. 

El resto del viaje continuó la amena plática y nuestro amigo le indicó que le iba a contar la anécdota al comunicador social que lo invita a intervenir en su programa radial. Antes de que ello ocurriera me enteré de esta historia de la cotidianidad que muestra la solidaridad “etílica” venezolana y quise compartirla con nuestros lectores. Espero les agrade y estén de acuerdo con el sentido de fraternidad que ello expresa. Sobre todo en estos tiempos de xenofobia en algunas sociedades que se han visto inundadas por la diáspora venezolana. En particular recordarles a  muchos  que Venezuela estuvo abierta, al menos hasta el llamado viernes negro,  para todo el que quisiera venir a asentarse aquí, cuando en sus países sufrieron dictaduras, guerras y debacles económicas. Y eso fue una muestra de solidaridad social que ahora quisiéramos ver retribuida. ¿No les parece a Uds., estimados lectores?


Nota
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(*) Como hago desde hace algún tiempo, cuando mis temas son sobre la situación social venezolana, uso imágenes de la naturaleza para mostrar cuánta belleza hay allí y comparar con los conflictos y penurias políticas y sociales del país. Además, en este caso, tengo que dar las gracias a FRH que me la enviara desde Barcelona (Esp). En Facebook ya había colocado la foto y resaltaba que las diferencias en la naturaleza no generan conflictos sino que maximizan el sentido estético. Ojalá que ello ocurriera siempre entre los humanos. 
            

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