Humberto Ruiz
Acabé de leer el libro de Ramón Hernández: La incomparable, divertida y asombros vida de Paco Vera (Libros marcados 2010), cuando nos enteramos de su muerte, ocurrida el pasado 13 de abril de 2011.
La memoria, lucidez y precisión de las que hizo gala Francisco Vera, en la extensa entrevista que se recoge en el libro no es el aporte más significativa, en nuestro criterio. Tampoco las múltiples peripecias que vivió. Ya lo dice, Federico Vegas en el prólogo: “la vida de Paco Vera es la gran crónica de la Venezuela del siglo XX”.
Como toda crónica, se comienza por el principio y la primera frase del libro registra el lugar de nacimiento, aunque no el momento, pero si las circunstancias mas significativas: “Nací en Caracas, de clase alta, hijo de Santiago Vera León y Antonia Izquierdo Esteva, sin estrecheces ni opulencias, de una familia excepcionalmente culta en un ambiente social que no lo era”.
Lo que más nos llamó la atención es el carácter firme y preciso de las respuestas. Generalmente como un si o un no. Para después extenderse en largas, amenas y elaboradas explicaciones. Hay pocas dudas en las respuestas, son la excepción.
Un hombre que se le conoció por su personalidad bohemia, parrandera y su gran afición a la música y al cuatro, nos deja perplejo cuando expresa su opinión sobre la música llanera. “No hay música llanera y sus letras son de un cursi espantoso”. Opinión con la que nos identificamos.
Para un hombre que escribió por más de setenta años es interesante saber qué pensaba de la escritura. “Es muy sabroso escribir, muy agradable. Muchas personas piensan que es un entretenimiento, pero se trata de una necesidad fisiológica (negritas HRC)… Un artículo de periódico no debe ser más de una cuartilla, de lo contrario la gente no lo lee”.
Su relación con la iglesia es la del común de los venezolanos:“… jamás se me ocurriría rezar o ir a la iglesia… Soy católico, apostólico, romano, jesuita y ateo”. Pero apoyaba y aceptaba a la iglesia.
Se refirió en el libro a todos los presidente de Venezuela, desde Páez hasta Carlos Andrés Pérez. Tiene palabras condescendientes hacia López Contreras y Caldera, no hacia el resto, con todos los cuales fue muy crítico. Me resultó extraño que no hubiera referencia del actual presidente, en la entrevista. Aunque lo que expresa sobre el comunismo es suficiente para intuir su criterio: “Pretender hoy ser comunista es como querer ser carlista. Eso se acabó, sólo queda el nombre, nada más”. Para él Fidel Castro es un dictador tradicional latinoamericano, aunque simpático por su postura antinorteamericana.
Durante el gobierno de Luís Herrera Campins lo llamaron de Miraflores para ofrecerle una condecoración, que solo aceptó cuando se le indicó que era la Orden del Trabajo. “Una gran broma”. Toda una crónica.
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