Por José Rivas-Leone (*)
No hay la menor duda acerca de la impronta que Mérida y, por supuesto, los merideños, han dejado en las artes, las ciencias, las humanidades, la política, la religión y el acontecer de Venezuela, entre cuyos representantes destacan los nombres de Caracciolo Parra Pérez, Mariano Picón-Salas, Simón Alberto Consalvi, Tulio Febres Cordero, Alberto Adriani y otros tantos prohombres que conforman un legado, un aporte y un testimonio de venezolanidad y merideñidad.
Recientemente ha sido editado el libro Figuras de la merideñidad, un singular texto valioso tanto por las figuras tratadas como por las finas plumas de sus autores, un libro fruto de un esfuerzo intelectual y financiero al lograr un texto bien cuidado, corregido, de 491 páginas, que rinde culto a veinte prominentes hombres y es fruto del encuentro y la coedición entre la Universidad de Los Andes a través de su Vicerrectorado, el Consejo de Publicaciones, la Seccional de Jubilados de la Apula (Asociación de Profesores de la Universidad de los Andes) y Gráficas El Portatítulo.
Valga reconocer que este esfuerzo se logró por la labor de orfebres y curadores como Ricardo Gil Otaiza y Luis Ricardo Dávila, quienes fueron los responsables del piloto original, de seleccionar personajes, escritores convocados y, finalmente, de concebir el producto final de este libro que es el primero de una serie dedicadas a esos notables hombres que enarbolan la bandera de la merideñidad. El libro fue presentado el miércoles 24 de junio de 2015 en la XVIII Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) en Mérida, y cuenta con un prólogo de Asdrúbal Baptista, un preludio de Luis Ricardo Dávila y un pórtico del poeta Adelis León Guevara.
Veinte ensayos y personajes son esculpidos en Figuras de la merideñidad, como Manuel de la Fuente. La pasión de vivir, de Fortunato González Cruz; Simón Alberto Consalvi. Cultura y humanismo de la merideñidad, de Luis Ricardo Dávila; José Humberto Ocariz Espinel. Biografía de la integridad intelectual, de Eleazar Ontiveros Paolini; Acacio de la Trinidad Chacón Guerra, de Néstor José Fernández Pacheco; Mariano Picón-Salas antes del amanecer. Elogio a la merideñidad, de Luis Ricardo Dávila; Luis Enrique Ruiz Terán, un sabio silencioso, de Álvaro Sandia Briceño; Antonio Ignacio Rodríguez Picón, hazaña admirable, de Carlos Guillermo Cárdenas; Eloi Chalbaud Cardona y la historia de la Universidad de Los Andes, de Pedro María Molina; Adolfo Briceño Picón. El discurso de los tiranos, de Freddy Torres González; Rigoberto Henríquez Vera, insigne tovareño, de Darío Novoa Montero; Alberto Adriani. Visionario del desarrollo para una Venezuela posible, de Luis Alfonso Sandia Rondón; Gonzalo Picón Febres y los inicios de la historiografía literaria en Venezuela, de Mariano Nava Contreras; Julio César Salas, de Francisco Javier Pérez; Juan de Dios Picón González, eximio prócer civil merideño, de Carlos Guillermo Cárdenas; Foción Febres Cordero Díaz Diana. Una semblanza, de Aixa Eljuri Febres; Tulio Febres Cordero. Consideraciones sobre su pensamiento político, de Ricardo Gil Otaiza; José Humberto Cardenal Quintero; Sencillez y frugalidad espiritual, de Baltazar E. Porras Cardozo; Fray Juan Ramos de Lora, de Ricardo Contreras; Domingo Alberto Rangel narra los Andes, de Víctor Bravo, y, finalmente, Caracciolo Parra Pérez, un historiador que reflexionó sobre su oficio, de Germán Carreras Damas.
Uno de los elementos particulares o específicos de este incunable texto es el hecho de que todos los personajes y figuras tratadas en él son hombres civiles, algunos de ellos religiosos o eclesiásticos, no hay un solo militar, casi todos son merideños de nacimiento y, los menos, igualmente merideños por adopción; asimismo, todos ocuparon un liderazgo en la política, el clero, las artes, las humanidades, la política exterior, las letras… Este texto es una suerte de inventario hilvanado de figuras que sin excepción son modelo de talante democrático y de civismo, intelectualidad, dones como escritores prolijos, oradores, fervientes luchadores y defensores de la democracia, la venezolanidad y merideñidad, preocupados todos por el acontecer del país, por el devenir de Mérida y de la Universidad de Los Andes, entre otros aspectos.
La sumatoria de estos eximios hombres, su existir, su devenir, su quehacer, es precisamente la base y la clave de un sentimiento, un valor agregado, una tradición, un sentir, una maceración, una ecuación para explicar que Mérida no puede concebirse sin la intelectualidad y lo universitario por la impronta de la Universidad de Los Andes fundada por Fray Ramos de Lora como un acto de irreverencia y claridad, unido a lo agrario o rural como elemento que marca y caracteriza al estado andino, y, naturalmente lo religioso por el papel transcendental de la Iglesia… y todo ese sincretismo cultural, rico y complejo es lo que muchos llaman “merideñidad”. No hay duda de que el valor de los pueblos se expresa y
mide por sus personalidades, y en eso, la urbe merideña ha sido prodigiosa. En estos tiempos aciagos en que el país registra este libro, esta obra incunable nos hace recordar las glorias, el decoro, la cultura y la raigambre de otras épocas en un país y una urbe venidos a menos. Sean estos testimonios, estos personajes y sus respectivos legados, una invitación a soñar, a renovar las ideas, los valores que nos definen como merideños y venezolanos frente al oprobio, el dislate y la desmesura actual.
Nota:
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(*) Explicación: Uno de los editores del libro me ha enviado la reseña de José Antonio Rivas Leone sobre Figuras de la Merideñidad, publicada en el Papel
Literario de El Nacional. Con mucho gusto la publico pues estoy seguro que nuestro público estará interesado en el libro y en los personajes a las cuales se les hace su ensayo biográfico en la obra (HRC).
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