Foto Ramón Pico |
Por supuesto, también si su actividad de formación de profesionales se sustenta en la investigación original y sus aportes al conocimiento universal se reconocen como parte fundamental de la actividad académica de sus profesores.
Esto último comenzó a ser una preocupación de la Universidad de Los Andes (Venezuela) a mediados del siglo XX, no obstante que su existencia comenzó en 1810, con la ruptura del vínculo colonial de esta sociedad con España (pero esa es otra historia).
Los estudios científicos (en ciencias físico
naturales) en la ULA se iniciaron en la década de los 60 del siglo pasado con
la fundación, primero del Centro de Ciencias que luego devino en la actual
Facultad de Ciencias. Por esa misma
época también se fundó el Centro Experimental de Arte, luego se le conoció como
el CUDA, que lamentablemente tardó
muchas más décadas, para convertirse en facultad.
El pasado 28 de noviembre de 2015 se cumplieron diez años de haberse fundado la
Facultad de Arte de la ULA. Desde ese momento me habían pedido que escribiera
algunas anécdotas sobre el particular. Ofrezco mis disculpa a las amigas que
habían hecho la petición. Pero, ¡más vale tarde que nunca!.
Durante buena parte del 2005 los profesores del CUDA
hicieron lobby ante los miembros del Consejo Universitario (CU) para lograr los
votos suficiente para la aprobación de la Facultad de Arte. No era una tarea
fácil. El CUDA estaba asignado a la Facultad de Arquitectura y Arte y se
luchaba para que permaneciera allí, en calidad de hija adoptiva, diríamos
nosotros. De hecho, cuando el CUDA pasó
a la facultad de Arquitectura, la de Humanidades y Educación, rechazó que se
incorporara allí. Son los juegos propios del poder universitario. “Te
quiero conmigo, pero en minusvalía”.
Pero, su estadía en Arquitectura
sirvió para crecer y tomar conciencia de la necesidad de convertirse en
facultad autónoma.
En noviembre de 2005 estábamos encargado del rectorado de la
ULA, pues su rector titular, Léster Rodríguez Herrera, junto al resto del
equipo rectoral, se encontraban en una misión institucional en Buenos
Aires. La noche anterior al Consejo
Universitario, que trataría la fundación de la Facultad de Arte, le llamé por
teléfono para conocer su criterio. Debo
dejar para la historia que me dijo: “Toma la decisión que te parezca más
adecuada”.
La reunión del CU, ese 28 de noviembre de 2005, comenzó temprano y buena parte de los
profesores de las escuela de arte, quienes deseaban la aprobación de la
facultad, abordaban a los consejeros para lograr su compromiso. Ahora no recuerdo si una comisión de ellos
estuvo invitado a las deliberaciones.
Total, la discusión fue larga y se dieron argumentos a favor y en contra:
“sus
profesores son mayoritariamente
auxiliares docentes”; “no hay nadie de escalafón superior para ser el
decano”; “no existen instalaciones adecuadas”; “no hay presupuesto”; es
necesarios hacer más estudios”, y un largo etcétera. De entre quienes apoyaban la creación: “las
artes son un campo fundamental para completar la universidad”; “ya hay muchos años de experiencia”; “se
necesita darle autonomía a los estudios de arte, para que crezcan y se
desarrollen nuevas áreas” y otro largo etcétera. Los bandos estaban parejos y había el temor de que se pospusiera la decisión y
se alargara en el tiempo, como ya había ocurrido desde hace décadas.
Los profesores de la escuela de Música, eran quienes menos
estaban ganados para la creación de la Facultad. Ellos quería permanecer en
Arquitectura. Total, que la decisión se
tomó cuando se indicó que Música seguiría en Arquitectura. Me tocó insistir que
debía ser temporal que Música continuara en Arquitectura, agregué he hice que se aprobara, que sólo por un año se mantuviera la separación, hasta luego de evaluar el primer
tiempo de funcionamiento de la nueva facultad. Esa parte de la discusión hizo
que se sumaran otros consejeros y que se
lograran los votos suficientes para aprobar la fundación de la Facultad de Arte
de la ULA. Así comenzó la Facultad de Arte, sin la escuela de Música. Un año
después, hice que se cumpliera la decisión aprobada por el Consejo
Universitario y la Escuela de Música se incorporó a la Facultad de Arte. Eso lo narraremos en otra oportunidad.
La Facultad de Arte ha completado las áreas de formación e
investigación de la Universidad de Los Andes. Además, ha aportado innovación,
creatividad y una gran alegría por el trabajo académico, disminuido –por la
rutina del resto de la institución- en los últimos tiempos. Sería bueno que el gobierno nacional
entendiera este esfuerzo y aprobara los recursos para construir su edificio con
los requisitos para su óptimo funcionamiento y el crecimientos de las nuevas
opciones de estudio, que incluso están aprobadas. Felicitaciones a todos en la primera década de funcionamiento –en
especial a sus estudiantes, tan llenos de disposición para el trabajo- y muchos
éxitos para el futuro.
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