En décadas
pasadas, la Semana Santa en Mérida (Venezuela) se recuerda con lluvia y
neblina.
Pero, al parecer
lo del calentamiento global es cierto y también nos afecta. (Esta afirmación debe tener una precisión, luego que Sergio Foghin Pillin, un verdadero especialista en estos temas, nos dijera que no hay suficientes evidencias científicas de la relación con el calentamiento global).
Quienes sacan
cuentas del futuro comportamiento del clima
en esta ciudad observan cómo trascurren los primeros 12 días del mes de
enero y unos más y calculan cuándo
lloverá y cuándo tendremos sol radiante. A esa operación de previsión atmosférica se les
llama las pintas y las repintas. Pero, este 2016 les fue imposible
determinar sus previsiones.
Casi nada de
lluvia y lo que hay desde hace meses es sol incandecente y temperaturas altas poco comunes.
Desde hace dos
días los habitantes de Mérida no sólo tenemos mucho calor, se ha llegado a más
de 33 grados, ahora nos acompaña una
calina como nunca se había visto. Según
la RALE la CALINA es un accidente atmosférico que enturbia el aire y suele producirse por vapores de
agua. Y es que el vapor del aire del
Lago de Maracaibo antes subía hasta estas alturas de la Sierra Nevada en particular
en los meses de mayor sequía.
Ahora al vapor
del agua que sube del sur del lago se une el humo de las quemas de vegetación
que se han enseñoreado en esta zona. No
termino de creer que sean quemas provocadas exprofeso, pero es indudable que la
sequía y la basura, botellas de vidrio y latas, han hecho que el monte se prenda.
De tal manera que,
como hace mucho tiempo los merideños, le pedimos a la naturaleza que empiece a rociar
con agua a estas tierras para volver a mirar a la ciudad y sus montañas sin la
calina que nos esta volviendo ciegos y ha incrementado las afecciones
respiratorias de muchos.
La foto que
acompaña el texto muestra la torre del Hospital Universitario de Mérida, a media tarde, cubierto
de calina y la montaña totalmente oculta detrás de ella.
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