lunes, 9 de noviembre de 2015

De temblores y terremotos en Mérida

Torre Iglesia de Chiguará (tomado de Internet)
El pasado 07 de noviembre estaba despierto a las 2:29 am. Leía y escribía en la computadora cuando sentí, primero el ruido y luego dos remezones, que para quienes hemos vivido toda –o casi toda-  nuestra vida en Mérida, eran manifestaciones de la naturaleza, fácilmente identificables. Estaba temblando.

Luego de la carrera hasta un sitio menos riesgoso, del segundo piso donde estaba,  volví a mi cuarto y a la calidez de la cama. Pero, fue imposible conciliar el sueño. Inmediatamente busqué información y el portal de Funvisis indicaba que había ocurrido un sismo y que en pocos minutos daría información.  Pero, antes que ello ocurriera ya varios usuarios del twitter habían transmitido datos de otros centros de información de los EEUU y de América Latina.


Por supuesto, fuimos muchos los que protestamos que nuestros impuestos  no sirvieran con la diligencia que requeríamos para saber las características, intensidad y localización del sismo.  Lo que sabíamos, por nuestra experiencia vivida, era que había temblado y fuerte. Pero nada más. Por supuesto, un personaje que leyó mi twitter quejándome del silencio de Funvisis, me informó –a las 9:56 am- que debajo de mi mensaje había información del ente del Gobierno Nacional, sobre el temblor. Un poquito tarde en enterarse de lo que exigía como ciudadano de este país y de los muchos minutos que demoró en informar el Gobierno.  Pero bueno, son gajes de las redes sociales.

Antes del remezón, leía un trabajo de una querida compañera de liceo Lucia Marcovick Parra (2005): Don Quijote de la Mancha, Don Quijote de América y Don Tulio de Mérida: tres hombres y un destino. Mérida, Universidad de Los Andes, Consejo de Publicaciones, Rectorado, 207 pp.  Por supuesto, el temblor hizo que me dedicara a buscar información sobre temblor.  De su ubicación y demás datos que comenzaron a fluir por las redes. Desde Maracaibo informaban que se había sentido.  Así como en otras poblaciones del Táchira, de Trujillo y diversas ciudades del país. Alguno informó que, en el Oriente de Venezuela, también lo había sentido.  En esto de las redes sociales cualquiera dice lo que le  ocurre o lo que piensa que le está pasando.

No volví a tomar el libro de Lucía Marcovick hasta ésta madrugada.  Y para mi sorpresa, en los anexos se publica un texto de Tulio Febres Cordero sobre los estragos que sufrió Mérida  durante el terremoto del 28 de abril de 1894. Pero Febres Cordero fue más preciso  y escribió sobre los daños que causó en el local donde se editaba su publicación, El Lápiz.  De tal manera que, ahora que al parecer siguen las replicas, pero no tan fuertes como para que pueda sentirlas, leí el texto y espero que las páginas escaneadas que colocaré -ahora más tarde-  sirvan para aplacar la curiosidad sobre el terremoto del que todos hablan que ocurrió hace mas de un siglo en Mérida. Con la esperanza que no se repita y que los temblores alejen un sismo destructivo de nuestra ciudad.


Por ahora adelanto que en el texto del libro referido, se copia un artículo publicado en El Lápiz del 12 de junio de 1894, escrito por Tulio Febres Cordero donde se queja de la ruina de la casa, del deterioro de los archivos  y de la perdida de documentos muy antiguos  que no se podrían reponer.
























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