jueves, 5 de mayo de 2016

Luis Alfonso Martos: El Cantor de la Sierra


Fotografía (**)
Por Amilar Rivas (*)

La Academia de Mérida vuelve el día de hoy sobre uno de los temas que de manera recurrente la han ocupado: la música. Con su constante presencia pareciera que la Institución asume como cierto el apotegma que alguna vez pronunciara el músico y más ampliamente conocido filósofo, Friedrich Nietsche, cuando afirmaba que: “sin la música, la vida sería un error”.

La institución rinde honores el día de hoy a don Luis Alfonso Martos, significativa figura de la música popular en nuestra región, quien en sus canciones ha plasmado lo mejor del espíritu, el carácter y la idiosincrasia del hombre de la serranía merideña. Ya en 1987, en ocasión de cumplir Luis Alfonso Martos ochenta años, fue homenajeado en éste recinto, ocasión en la cual el académico Pedro Durant lo llamó el cantautor ecológico, pues describe en sus cantos al páramo merideño.


El etnomusicólogo argentino Carlos Vega define a la música popular como “el conjunto de creaciones fundamentalmente consagradas al esparcimiento, a la danza de salón, a los espectáculos, a las ceremonias, actos, clases, juegos, etc., adoptada o aceptada por las naciones culturalmente modernas”. Su definición abarca desde el vals criollo que se practica en la intimidad del hogar hasta aquellas expresiones comerciales más modernas y estridentes como la salsa, el jazz y el rock. Se  diferencia a su vez  de la música folklórica fundamentalmente por ser esta última de producción anónima y de tradición oral. La música de Luis Alfonso Martos, como la de Cheo Rivas, Lomberto Rojas, Rigoberto Arellano, Jorge Trujillo y tantos otros en el entorno merideño, se ubica en el ámbito de la música popular tradicional, que tiene características particulares, en donde la naturaleza, las tradiciones y el carácter de sus pobladores le imprimen  un inconfundible dejo nostálgico. Ejido, la ciudad natal de Martos, en otros tiempos rodeada de grandes cañamelares y naturaleza pródiga, brindó significativos aportes al acervo musical de la región; de manera ilustrativa y a riesgo de no hacer justicia con todos sus cultores me atrevo a evocar a: Víctor Contreras Rendón, José Rafael Rivas, Omar Araque, Rafael Albornoz,  Juan Pedro La cruz y  Antonio Picón.  

Luis Alfonso Martos
El crítico de arte Stephen Bann afirma que: “al situarnos frente a una imagen nos colocamos frente a la historia”. Acudir al uso de imágenes fotográficas me ha permitido establecer interpretaciones más fieles acerca de las vivencias del que en ellas aparece; de allí que podamos dar crédito al dicho popular de que las imágenes expresan más que las palabras. En tal sentido, he hecho una aproximación a la interesante trayectoria de Luis Alfonso Martos, utilizando como recurso una pequeña parte de la rica fuente de información iconográfica que constituye los archivos cuidados con esmero, tanto por su hija Iraima como por su hermano Fabio, quien, viene al caso decirlo, conserva en su casa de habitación en la ciudad de Ejido, lo que constituye un muy interesante  museo de objetos y recuerdos sobre música y músicos  de la región. A ambos amigos agradezco las facilidades que me otorgaron para poder disponer de estos documentos.

José Ignacio y Elidoro Rivas (Abuelo de pie)
Luis Alfonso Martos nace en  Ejido el 19 de abril de 1927, lo que le hacía decir  con el buen humor que le caracterizaba, que tal día se había decretado fiesta nacional en su nombre; fallece el 8 de mayo de 2011 a los 84 años. Sus padres Laura Belén Rivas y Manuel Martos Briceño, ambos aficionados a la música, eran ejecutantes de la mandolina, el cuatro y la guitarra. De anteriores ancestros recibe igualmente su vocación hacia la música: su abuelo materno  Eliodoro Rivas tocaba el tiple junto a su hermano José Ignacio, quien gozaba de fama como consumado violinista. El talento por este arte se repartió por igual entre los diez hermanos Martos, pues todos han cultivado la pasión por la música.

El primer obstáculo que debe enfrentar Luis Alfonso siendo niño en su deseo de tocar un instrumento de cuerdas era su condición de zurdo, lo que soluciona al encontrarse circunstancialmente con el dúo de los hermanos Viloria, músicos que también lo eran y vecinos del hogar de la familia Martos; de ellos aprendió a tocar con el mástil del instrumento colocado hacia el lado izquierdo sin intervenir el orden de las cuerdas. Estimulado por su padre hace sus primeras presentaciones en compañía de su hermano Napoleón cantando en los encuentros familiares y en las veladas culturales de la Escuela “Monseñor Jáuregui” de Ejido. 


La aparición de la radio en la ciudad de Mérida jugará un decisivo papel en lo que será el curso de la actividad profesional de Luis Alfonso. El 19 de diciembre de 1940, a las 5 de la tarde, irrumpe por primera vez la señal de onda corta “La voz de la Sierra” YV2RC, transmitiendo el Himno Nacional, seguido de la Obertura  “Caballería Ligera” del compositor austrohúngaro Franz von Suppé y el vals “Alborada Campestre” del  tachirense Marco Antonio Rivera Useche, interpretados por la Banda del Estado que dirigía el maestro José Rafael Rivas. El discurso inaugural estuvo a cargo del ilustrísimo arzobispo de Mérida, monseñor Acacio Chacón. La emisora nace por iniciativa del empresario merideño don Adelmo Quintero con la participación del músico yaracuyano Amílcar Segura. Una breve digresión  me permite rememorar que en dicha emisora hacen sus primeros pasos como locutores y redactores de noticias entre otros, los jóvenes estudiantes universitarios Rigoberto Henríquez Vera y Carlos Febres Pobeda, quienes medio siglo después serán honorables miembros de nuestra Academia. La Voz de la Sierra, que transmitía en horarios  de diez a doce de la mañana y de seis a diez de la noche, tiene entre sus primeros programas los de música en vivo, uno de ellos el que todas las noches realizaba el dueto “Alma Criolla” que integraban los estudiantes de ingeniería Baudilio González y de medicina, Hugo Murzi Matamoros.

Operador en Radio Universidad
Los domingos a las seis de la tarde “La Voz de la Sierra radiaba el programa: “la Hora de los Pitoquitos”, popular concurso en el que se premiaba las voces infantiles más destacadas con un paseo en uno de los dos taxis que poseía la ciudad; así nos lo narra en grata conversación la profesora  de la Facultad de Humanidades Gladys Valero. Ella, de ocho años, junto a su hermana Cira, de diez,  que tenían que pararse sobre cajones de madera para poder alcanzar el micrófono, incursionaban en el mencionado programa como integrantes del dúo “las hermanitas Valero”.

A “La hora de los Pitoquitos” llega por la misma época otro dúo infantil, esta vez conformado por los hermanitos Luis Alfonso y Napoleón Martos; en sus repetidas actuaciones cosechan éxitos y obtienen invalorable experiencia en el mundo del espectáculo. La amistad del padre de Luis Alfonso con don Adelmo Quintero posibilita que el joven músico aprenda el oficio de operador de radio, lo que le brinda una profesión y permite que pueda presenciar las actuaciones de artistas visitantes tales como Tito Guizar, Mario Suárez, Pedro Infante y Tony Aguilar. La voz de la Sierra concluye sus emisiones en 1946, aparentemente por razones políticas.

Luis Alfonso Martos e Hildebrando Rodríguez 
Hacia 1949 Luis Alfonso Martos se traslada a la ciudad de Caracas en busca de nuevas oportunidades. Allí vive ocho años durante los cuales ejerce el oficio de radio operador en las emisoras “La voz de la patria”, “Radio Libertador” y “Radiodifusora Venezuela”. Ese entorno, altamente estimulante para el desarrollo de sus habilidades como músico, facilita su contacto con excelentes ejecutantes que hacían aparición en los muy concurridos y escuchados programas de música popular. Allí traba amistad, entre muchos otros con los caroreños Alirio Díaz y Rodrigo Riera, quienes, al reconocer las dotes musicales que el merideño poseía, le hacían repetidamente amistosos reclamos por no dedicarse por entero a los estudios formales de su instrumento. 

Acompañando a Hector Cabrera
Numerosos solistas y grupos nacionales e internacionales con los que se vincula Luis Alfonso tanto en la radio como en la televisión serán su mejor escuela, entre otras en la muy particular ejecución del tango, una de sus grandes pasiones, así como del bolero y de la música latinoamericana y venezolana. Durante años será el acompañante de  reconocidos cantores del lunfardo, como los venezolanos Rafael Lanceta y Rafael D’John. Muchos años después, durante su peregrinación al “santuario” de Carlos Gardel, pone a prueba su dominio del exigente género musical al cantar ante un escéptico público bonaerense que termina aplaudiendo calurosamente sus interpretaciones.

Entre los múltiples grupos en los que participa se encuentran el conjunto “Copacabana” y el 
“Trío Cantaclaro”, este último fundado por un estudioso de la música popular venezolana, Francisco Carreño, hermano de Inocente Carreño, quien llegará a ser Director del Instituto Nacional de Folklore y que con toda probabilidad debió constituir para Martos interesante fuente de experiencias y conocimientos sobre la música nacional.

La confianza ganada en el desempeño de sus funciones como músico y la añoranza por el lar nativo le impulsan a hacer en Caracas su primera composición, un vals titulado “Nostalgias”; en él, junto a la creatividad musical, revela por igual su aptitud para escribir hermosos textos poéticos que servirán de inspiración a nuevas canciones. Es la nostalgia la que lo lleva a regresar a Mérida en 1956, donde ingresa como radioperador en la recién creada Radio Universidad que dirigía don Leonardo Páez. Allí realiza su propio programa, el cual constituye un éxito de audiencia y continúa haciendo música junto a grandes artistas invitados.

A su regreso a Mérida contrae matrimonio con María Isabel Alcántara, madre de Tania, Johny, Oswaldo y Geber, hogar que María Isabel y Luis Alfonso se encargan de completar con el nacimiento de dos hermanos adicionales: José Gregorio e Iraima. Al igual que los hijos, las composiciones se multiplican y la sensibilidad hacia las cosas  más sencillas se acrecienta, dejando  en su obra la prueba del inmenso amor por el terruño, plasmado en los retratos musicales de personajes populares como se aprecia en los merengues Mática, Petrica, Amador y en el aguinaldo Venturita, así como en la evocación de los hermosos paisajes andinos recogidos en el merengue Mi ranchito, en la  Zambita merideña, y en los valses Nieves decembrinas, Frailejón y Trigales. Hoy tendremos la oportunidad de escuchar a su hija Iraima interpretando algunas de esas canciones, acompañada por Valmore y Carlos, hermano y sobrino del compositor, con la presencia del invitado Edgar Benítez.
Con su hermano Favio Martos (derecha)

Los últimos años de vida de Luis Alfonso Martos le permiten cosechar  el fruto de su talento y laboriosidad: se publican dos discos de larga duración y tres CD contentivos de su música, es ganador en certámenes como el Festival “Canto a los Andes” de la empresa Pampero y  “Festival de la Canción Venezolana” organizado por la Coca Cola. En 1979 obtiene el “Mara de Oro” por dar realce a la música venezolana y en 1980 obtiene el “Sol de oro” como mejor compositor del año. El Concejo Municipal de Campo Elías le declara en 1975 “Hijo distinguido de la ciudad de Ejido”, en 1978 la Asamblea Legislativa lo declara “Hijo Distinguido del Estado”, en 1981 obtiene el Premio Municipal de Música del Municipio Libertador y en el marco del “Primer Encuentro Latinoamericano del Artista” es condecorado con la Orden Francisco de Miranda en su segunda clase por el presidente Carlos Andrés Pérez.

Al dar por terminada mi intervención, que en aras del tiempo deja de lado muchos e interesantes  detalles sobre Luis Alfonso, me permito tomar prestadas las sutiles palabras del Cronista de la ciudad de Ejido, don Ramón Sosa, quien en algunos de sus diversos artículos sobre el músico ejidense expresa:

"De Don Luis Alfonso Martos Rivas, heredero y legatario a su vez de grandes valores artísticos en la región nos queda la impronta de su hacer, pensando siempre en las estampas del costumbrismo, en esas viñetas bucólicas que nos hablan de la Mérida con imagen de pueblo grande".  En otro aparte indica: "Su canto fue siempre lisonja a lo menudo, a lo sencillo, a los valores del pueblo".

Al finalizar deseamos recordar que desde sus inicios la Academia de Mérida se ha honrado al incorporar como miembros de la misma a destacados músicos, entre ellos los maestros José Antonio Abreu, Maurice Hasson, Alirio Díaz y muy recientemente al insigne compositor Inocente Carreño; también lo es en calidad de numerario de la misma el cantautor Hildebrando Rodríguez, entrañable amigo del hoy homenajeado. En sus espacios se ha rendido tributo a los compositores merideños José María Osorio y José Rafael Rivas, y han tenido lugar charlas sobre filosofía y música, así como la presentación de libros sobre temas y actores en el arte de los sonidos. De igual forma se ha reconocido a instituciones representativas de la música en el estado y en sus espacios han tenido lugar múltiples conciertos de música de cámara, música venezolana y presentaciones corales que han engalanado la sobriedad de muchos de sus actos.

En el mismo orden de ideas, a finales del año pasado, el Comité de Honor y la Comisión de Admisión, que tuvieron a su cargo  durante los últimos cuatro años estudiar la incorporación de nuevos integrantes, aprobaron después de un riguroso examen de credenciales, el ingreso de tres destacadas personalidades: los doctores Astrid Uzcátegui y Amado Moreno así como el músico merideño por adopción, profesor Geraldo Arrieche, quien, es oportuno rememorar, ha ubicado a nuestra ciudad como un importante centro de actividad coral nacional y ha brindado a Mérida y a la Universidad de los Andes el reconocimiento y múltiples premiaciones por parte de los más importantes festivales y concursos  internacionales en el área. Esperamos por sus merecidas incorporaciones al seno de la Academia.

Notas
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(*) El autor, Amílcar Rivas, es músico, profesor de la Universidad de Los Andes e Individuo de Número Sillón No. 2 de la Academia de Mérida. Agradecemos la gentileza al facilitarnos sus palabras en el homenaje a Luis Alfonso Martos el pasado 03.05.2016 en la Academia de Mérida. 

(**) La imagen de Luis Alfonso Martos se ha tomado de: https://meridamusical.wordpress.com/artistas/cantantes/luis-alfonso-martos/


2 comentarios:

  1. Buen día, donde puedo ubicar la letra de los merengues: AMADOR, VENTURITA Y DEMAS??? GRACIAS

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  2. Sr. AMILAR RIVAS.!Buenas tardes!Leí su reseña biográfica dedicada al fallecido y recordado cantautor merideño venezolano,LUIS ALFONSO MARTOS.Pero hay un herror en el escrito,ejemplo:Los hoy fallecidos y recordados cantantes mexicanos TITO GUIZAR y PEDRO INFANTE,nunca estuvieron cantando en persona en MERIDA de VENEZUELA,ni muchos se presentaron en las hoy desaparecidas emisoras "La voz de la Sierra",ni en Radio Universidad.El único actor y cantante mexicano que estuvo actuando en persona en MERIDA,VENEZUELA fue el inolvidable charro de Mexico,ANTONIO AGUILAR,y fue el 9 de octubre de 1958,en ese entonces ANTONIO AGUILAR,era conocido como TONY AGUILAR y sus presentaciones se efectaron en los hoy desaparecidos cines teatros,MERIDA e IMPERIAL y se había hospedado,junto con los 15 integrantes músicos del Mariachi México en el hoy también desaparecido hotel La Sierra,dicho hotel estaba situado dentro de viega y grandisima casona colonia,qu aún existe y esá situada en la calle 23 entre Avdas 3 y 2. O sea,frente al teatro César Rengifo,al lado del Palacio de Gobierno ,en la sede del Rectordo.Repito,TITO GUIZAR y PEDRO INFANTE,nunca estuvieron actuando en MERIDA de VENEZUELA.eL ´nico que estuvo actuando en persona en MERIDA,VENEZUELA,fue ANGEL INFANTE,hermano de PEDRO y ANGEL estuvo actuando en la hoy desaparecida y recordada RADIO UNIVERSIDAD en abril de 1967.

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