jueves, 5 de septiembre de 2019

Un día feliz

Foto (*)
Hace un tiempo me encontré con un conocido a quien hacía mucho no veía. 

Me impresionó que me expresara: “ayer fue un día de felicidad total para mi”. 

Fue tal la visión que me causó que decidí escribir mis impresiones de esa conversación. 

Ciertamente, pasar un día feliz es una afirmación extraña en Venezuela en estos tiempos. 

Pero ocurre, es decir, tener un día feliz, aunque pocas veces pasa, y pensamos que hay que ponerse muy sensible, para captarlo.

Me comentó el personaje que se había levantado el día en referencia a las 5 am y luego de saber que tenía energía eléctrica en su casa se fue al computador para ver si había o no red. “Y sí había, aleluya –expresó-·” Sin embargo cambió su rostro y con cara de angustia relató que “ayer no más, se fue la luz cuatro veces y por supuesto la red también”.

Y continuó con la conversa: “Ya en el computador me  conecté con el banco en Miami e insistí, por tercer día consecutivo y varias llamadas por celular, a ver si  puedo pagarle a un familiar que nos hizo la segunda hace días para comprarnos,  con su tarjeta de crédito, desde México, unas medicinas. Y nada, la cosa no funcionaba”, 

Con cara de angustia, nos reveló la dificultad que atravesaba:  “Coloqué el monto de la suma que adeudaba en el formato. Y nada. El banco –es decir el “sistema” dice que la suma excede lo que se puede pagar.  Bajé hasta la mínima cantidad  y nada” nos aseguró el amigo. Atribulado en esa hora tan tempranera… el bombillo se le prendió y decidió llamar al banco desde el celular. “El CANTV hace semanas que no funciona y nadie nos dice cuál es la razón: si se robaron un cable, si en un apagón se quemó algo o simplemente es que por el Banco Mercantil no podemos pagar la renta, pues no tienen conexión con la CANTV, casi nada.  Pero bueno, eso es otro cuento”. Hasta ese instante no terminaba yo de entender en dónde estaba la felicidad.  

El conocido siguió con su relato: “Marqué por el celular y casi como un milagro nos contestan y se escucha bien”. Y continúa: “Pero la cosa no es fácil: Allí se oye que: El banco ha cambiado su sistema y la máquina le indicó: “Ud. puede hacer sus operaciones  respondiendo a las siguientes preguntas”, nos dice que se escuchó en el celular: “tiene Ud. una cuenta Fecheqese Banc ó Doceche Plus”. Casi no aguanto la carcajada al pensar en la situación. Y es que, esas máquinas están construidas para quienes tienen experiencia continua con los bancos. Los que ingresan muy esporádicamente les cuesta ciertamente entender  la perorata. 

El amigo en medio del cuento continua indicándonos  que la máquina no paraba de darle alternativas pero no le ponía con un funcionario para explicar su situación: “Marque 1 si es XXX o 2 si es YYY,  así hasta que Ud. pierde el entendimiento” –nos confesó el conocido. El personaje nos comenta que insistió  y volvió a llamar: “Tienen Ud. identificación de usuario y clave telefónica” marque 3. Por último y ya al borde de la desesperación logra entrar o pasar esta alcabala y la cosa sigue. Finalmente se escucha una musiquita y le contesta: “José”. 

Explica su situación, indicando que ya es la tercera vez que llama al banco y al menos siete que intenta hacer la transferencia. Que en la primera le dijeron que no pusiera los céntimos en la cantidad a transferir. En la segunda, que iban a refrescar el sistema para que volviéramos a intentarlo.  Y que pese a ello, seguía en vavia. “José” amablemente, cosa rara en estos casos, le explica que es posible que el sistema tenga un dato errado de su información de la cuenta a donde va a enviar el dinero. Ya con cara de felicidad nuestro conocido se le ilumina el rostro y grita: “EUREKA. Así era”. 

Y continuó con su relato, ya con un poco de alegría. “El sistema decidió que para esa cuenta del familiar la máxima cantidad que se podía transferir era: CERO”.  Pero hay más: “José nos fue explicando paso a paso por el teléfono y nosotros metidos en la página del banco desde nuestro computador, cómo hacer para resolver ese entuerto del sistema, nos afirma el conocido vehementemente”. Finalmente, se hizo la transferencia y ya no le debe nada a nadie, nos asegura. ¡Es una felicidad!.

Pero la cosa sigue: Un rato después lo llaman del banco para verificar la transacción, pues de lo contrario debían informarle que: “habían bloqueado su entrada a la página del banco y la transacción también”. Volvió a caer en terror el amigo.  Pero, luego de un buen rato dando todas las explicaciones posibles, todo se resolvió satisfactoriamente.  En fin, se hizo la transacción y afortunadamente antes que se volviera a irse la luz y  quedar suspendido en éste espacio etéreo de las redes sociales, sin electricidad. 

Por último el conocido sonríe y nos dice: “Comenzaba así un día feliz”. Ya iba entendiendo yo la razón de su alegría. Pero continuó diciendo: “la tapa del frasco fue oír por WhatsApp a mi nieta que vive en Cuenca (Ecuador) de tres añitos que solo nombrara a su mamá por el nombre de pila y no por el apellido. Luego de eso se fue la luz y yo entendí –nos dice el conocido del relato- que éste era un día feliz para mi”. Al parecer ya no necesitaba más nada, al menos por ese día. 

Nuestra reflexión es que,  entender  la felicidad, de cada quien, no deja de ser complicado. Pero, no insistimos en ello y aceptamos la sonrisa del conocido, que se marchó tarareando, calle arriba en dirección a su casa. Iba ciertamente muy feliz el personaje. Nosotros decimos: cada quien con su cada cual. Ojala y le dure su felicidad. ¿No creen Uds. estimados lectores? 

Nota
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Pensé en colocar un graffiti sobre la felicidad que fotografié hace algunos años. Pero, sigo en mi política editorial de colocar fotos de flores bellas, cuando el tema sea lo venezolano y se trate de noticias complicadas, como lo que estamos viviendo, así sean jocosas. De tal forma que disfruten esa bella flor que acompaña el escrito. 


2 comentarios:

  1. Si,la felicidad en estos días pueden ser acontecimientos insólitos; tengo uno, mi gata acepto comer el guiso que le preparo con sardinas, arroz, verduras y vegetales, porque ya no puedo comprarle los granitos secos que come desde que era una bebe. La enciclopedia gatuna dice que algunos gatos, son reacios a cambiar de estilos de comida, si antes comían comida seca, y que literalmente se echan a morir si no hacen el cambio... con semanas ensayando de a poquito, y habiendolo logrado, hasta ahora, se me ha quitado un peso de encima y soy feliz de este logro.

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